sábado, marzo 18, 2006

La rata mutante

- Te quiero -dijo indiscriminadamente. Fue una bala que atravesó la habitación pero que no chocó contra nadie.
Se pusieron a bailar. Luis estaba un poco ebrio. Ya era medianoche. Bailaban una canción que se había puesto de moda ese verano. La habitación estaba llena de humo y parecía como que todos, excepto Luis, tuvieran cigarrillos prendidos en los dedos. La mayoría de gente dejó de bailar porque alguien puso música de los ochentas.
- ¿Cómo me puedes querer? -dijo la chica.
Ella era algo mayor. Trabajaba al día siguiente y por eso se iba. Cogió su cartera y se la colgó de un hombro. En el equipo de música sonaba “Who can it be now”. La fiesta ya se había vuelto aburrida así que Luis decidió irse con la chica. Era bonita. Tenía un par de lentes de montura negra, una blusa celeste y un pantalón negro. Luis estaba vestido de azul: camisa y pantalones azules, zapatos negros.
- Espera -le dijo Luis -, voy al baño.
En el baño Luis orinó. Lo hizo mirando el techo, cerrando un poco los ojos, escuchando la orina caer sobre el agua. Un potente chorro. Cuando terminó, jaló la palanca y caminó hasta el lavado. Ahí se lavó ambas manos y la cara con jabón. Luego se miró en el espejo. Pensó en qué decirle a la chica. Se acordó de una canción y se dijo en el espejo:
- Ey, nena… he esperado tanto…
Escuchó un sonido burbujeante como respuesta. Algo así como: ¡Blup! Venía del escusado, que había dejado con la tapa abierta. ¡Blup! Luis se acercó un poco más. Temió que de un momento a otro el baño se llenara de mierda. ¡Blap! ¡Bleb! ¡Blif! Y se asomó por ahí la cabeza de una rata. Luis saltó de la impresión.
- ¡Carajo! -gritó, y se puso a saltar- ¡Una rata no! -dijo- ¡Una rata!
Cogió lo primero que tuvo al alcance de la mano: un jabón, y lo apretó hasta casi deshacerlo. Luego lo tiró sin mayores resultados despidiendo un olor de aloe vera. La rata ya estaba casi afuera. Era del tamaño de un topo. Pudo ver que tenía una cola enorme. Mientras esto sucedía, la chica con la que había quedado en salir estaba junto a la escalera, con aquella cartera colgando de un hombro, balanceándose.
Luis volvió a mirarse en el espejo. La rata tenía una cara feísima, unos ojos rojos, achinados, irritados, de tanto vivir en el subsuelo. Sin duda, lo que más le aterrorizaba a Luis era el tamaño de aquel animal. Respiró hondo.
Cuando salió del baño estaba pálido. Parecía como si hubiese llorado. Le dijo a su amigo que en el baño, dentro del escusado, había una rata que él había tenido que matar pisándola y golpeándola con el mango de una escoba que había encontrado junto a la pared del baño, y que ahora estaba rota y bañada con un líquido aceitoso y marrón.
Por supuesto, la chica con la que había quedado en irse juntos estaba ahora sentada y aburrida, mirando a la gente bailar. Le preguntó qué había pasado y Luis no tuvo mayor reparo en decirle:
- Se hace tarde.
En el taxi Luis se las ingenió para decirle a la chica que le gustaba y así poder abrazarla, besarla, y decirle que la quiere. Mientras lo hacía, Luis recordó a la rata sobrealimentada mirándolo con sus pequeños ojitos rojos. La chica continuaba diciéndole:
- ¿Cómo me puedes querer?
Sin importarle nada, Luis seguía besándola. Cuando llegaron a su casa, Luis seguía ebrio. La chica pagó el taxi y caminaron por un parque de la zona. De un momento a otro, Luis se puso a llorar. La chica, asustada por el comportamiento de Luis, le preguntó qué le pasaba.
- La maté -dijo Luis.
- ¿A quién? -le preguntó la chica.
- A la rata.
- ¿Cuál rata?
- Cuando fui al baño -comenzó Luis-, una rata salió del escusado…
La chica lo miró incrédula.
- ¿Y?
- No sé si me estoy volviendo loco.
- Por qué.
- Porque la rata me habló.
- ¿Qué?
- No iba a morderme, al menos no parecía. Sólo que empezó a hablar de mí, como si me conociera de toda la vida. No habló de ella. No sé si fue producto de mi imaginación, o de las drogas…
- ¿Qué drogas?
- El caso es que dijo que yo era débil, muy débil.
- ¿En serio?
- Se empezó a burlar de mí. Tenía una voz chillona, parecida al rechinar de unas ruedas, era insoportable. Entonces le empezaron a salir gusanos de la boca y dijo que era porque tenía una herida. Me la enseñó, era un hueco, una protuberancia, donde había un nido de gusanos.
- Qué asco.
- Cuando la tuve cerca, la maté.
Se quedaron callados. Lógicamente, ella pensó que Luis estaba loco. Al rato se despidieron y nunca más se volvieron a ver. Unos años más tarde, la chica, que era guionista, escribió un guión para una serie de televisión que trataba de una rata que salía de un escusado. Esta era una rata mágica, a la que le podías pedir tres deseos. El protagonista era un tipo llorón que le decía a cualquier chica que la quiere.

885 p.